El jabón es un elemento tan común en todos los hogares y en el mundo industrializado que parece que siempre ha estado aquí. El origen del jabón no está muy claro, aunque ya se habla de jabón en unos escritos (tablas sumarias) del año 2500 a.C en Mesopotamia.
En ellas se habla del jabón como elemento para tratar la lana y la piel, no para su uso personal. Incluso encontramos la primera receta de jabón: un jabón líquido hecho a base de potasa y aceites.
¿De donde viene el jabón?
Según otros indicios, el propio nombre de “jabón” se debe al nombre del Monte Sapo. Allí era donde sacrificaban a los animales ante los Dioses. El agua de la lluvia se mezclaba con las cenizas que procedían de los altares (potasa) y al mezclarse con las grasas de los animales formaba jabón.
Ya entonces, sin saberlo, los romanos acudían allí a limpiar sus ropas aprovechando ese “jabón” que se quedaba en los ríos.
Existe otra teoría que establece el origen del jabón entre los pueblos celtas o beréberes del norte de África, siendo las legiones romanas quienes lo importarían.
Usos del jabón
Hasta los escritos de Galeno no tenemos constancia del jabón como uso para la higiene personal o el lavado de las ropas. Galeno además, observó que la limpieza era beneficiosa para las enfermedades de la piel.
En los escritos de Plinio el Viejo (allá por el 77 d.C) ya se habla de cómo los galos hacían jabón usando el sebo de las cabras y la ceniza de la haya (potasa). Ellos lo utilizaban como tinte y ungüento para el pelo. También se hace mención a la sal común para ayudar a endurecer las barras de jabón.
Sabemos que hacia el año 79 d.C, cuando el Vesubio entró en erupción, una de las industrias más prósperas de la zona era una fabrica de jabón elaborado con ceniza.
Pero, os preguntaréis, si tanto se hablaba del jabón pero para otros usos, ¿con qué se aseaban?. Pues lo cierto es que los romanos usaban una mezcla de aceite de oliva junto con arena fina.
Primeras industrias de jabón
En el siglo VII existía una potente industria en España e Italia y fue precisamente en la ciudad italiana de Savona donde se empezó a elaborar un jabón de aceite de oliva que también se elaboraba en España y que era conocido como Jabón de Castilla.
En el siglo XV aparece el jabón de Marsella, el precursor de los jabones actuales, preparado con una mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas vegetales. La industria jabonera floreció en las ciudades costeras del Mediterráneo, favorecidas por la abundante presencia del aceite de oliva y la sosa natural.
Hacia el año 1500, se introdujeron estos descubrimientos en Inglaterra donde la industria creció rápidamente y en 1622 el rey Jacobo I le concedió ciertos privilegios.
Durante la 2º Guerra Mundial, los americanos desarrollaron un tipo de jabón que podía utilizarse con agua del mar, pensando en los marines destinados en el Pacífico: así nació el jabón dermatológico, el menos agresivo de todos los jabonesAunque se puede decir que la bañera como objeto es tan antigua como el hombre, su utilización masiva empieza en el siglo XIX, con el inicio de la distribución de agua por cañerías y la instalación de grifos. A partir de ese momento la industria del jabón alcanza un desarrollo sin precedentes. Los jabones fueron haciéndose cada vez más cómodos de utilizar, y a la vez que se convertían en objeto de consumo masivo perdían totalmente su calidad, cambiando su formulación natural por una formulación química similar a la de los detergentes industriales o domésticos.
Hoy existen jabones para todos los gustos, de todas las calidades y para todos los bolsillos, jabones con aceites y cremas hidratantes, jabones perfumados, jabones inodoros, sólidos, con textura de gel o de crema, y hasta las grandes marcas de la cosmética y de perfumería hacen sus lanzamientos de perfume acompañándolos de una línea de baño con la misma fragancia.
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